La Iglesia polaca se enfrenta a un montón de problemas terrenales que están socavando su autoridad, su poder y su apoyo entre los polacos. En el pasado reciente, esta institución se relacionó con la resistencia ciudadana contra el comunismo; hoy día, aparece en las portadas por escándalos de pederastia, sus turbias relaciones con el poder y expresiones de odio e ignorancia que van de lo cómico —quemar libros de Harry Potter— a lo grotesco —”el ‘problema’ LGBT es similar al nazismo”, ha dicho el arzobispo de Cracovia—.
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